La percepción es un proceso mediante el cual se elabora e interpreta la información recibida, para organizarla y darle sentido. La neurociencia explica que nuestra percepción no es una copia del mundo físico, sino que “construimos” nuestro mundo de acuerdo con nuestra red neuronal. Por otro lado, la Terapia Gestalt, al hablar de percepción y atención, diferencia entre figura y fondo. Un campo, una escena o situación, será percibido de diferentes maneras según sus elementos sean atendidos como “figura” o como “fondo”.
Por eso es que podemos vivir “en apariencia” la misma situación, y tener una vivencia totalmente distinta. Y ninguna es menos válida que la otra, ¡todas son ciertas!
Al final, todo depende de nuestra percepción, a dónde ponemos el foco, y esto está configurado por nuestra red neuronal.
Pero esto no termina ahí. Que veas las cosas de cierta manera no significa que siempre tenga que ser así. Por suerte existe lo que en neurociencia se llama plasticidad cerebral o neuroplasticidad. Es la capacidad de nuestro cerebro de modificar su estructura y funciones con la experiencia, aprendizaje y entrenamiento.
Así, gracias a la neuroplasticidad, es posible modificar nuestra red neuronal y, por ende, nuestras reacciones, hábitos, conductas, etcétera. Para ello, como bien explica el Dr. Joe Dispensa en su libro “Desarrolle su cerebro” (1era Edición), hay que pasar de inexperto a experto.
El camino por el cual podemos cambiar nuestra percepción y cómo respondemos ante diversos estímulos, es siempre el mismo. Al principio, ni siquiera tenemos consciencia de ello, somos inconscientemente inexpertos. En algún punto, tomamos consciencia de algo de nosotros mismos que nos molesta, que tal vez sería bueno cambiar; nos volvemos conscientemente inexpertos. Mediante aprendizaje y entrenamiento, es posible modificar nuestra percepción y nuestra conducta, saliendo de la reacción automática e inconsciente, para dar una respuesta consciente ante esas situaciones. Aquí nos volvimos conscientemente expertos. Por último, una vez que ese aprendizaje se encuentra ya afianzado en nuestra red neuronal, nos volvemos nuevamente inconscientes, aunque ahora expertos, de esta nueva forma de actuar.
Los aprendizajes se afianzan por repetición o porque hubo una emoción muy intensa asociada al mismo (positiva o negativa).
Por repetición sería, por ejemplo, andar en bicicleta. Aprendemos por practicar una y otra vez hasta que nuestro cuerpo aprende a coordinar todos los movimientos de manos, piernas, ojos de forma armoniosa.
Un ejemplo de aprendizaje asociado a una emoción podría ser que de pequeña me mordió un gato, y lo viví con mucho miedo (fue una situación traumática). Posiblemente ese solo hecho haga que en mi mente se genere el aprendizaje de que el gato es un animal peligroso, y cuando sea grande, tenga miedo, fobia o alergia a los gatos.
Para modificar nuestra estructura neuronal podemos recurrir a diversas herramientas y terapias. Siempre el primer paso es llegar a conocernos y aceptarnos; de ahí al cambio.
Te deseo un camino maravilloso de aprendizaje, y que puedas volverte inconscientemente experto en aquello que necesites. ¡Un abrazo!